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La educación en tiempos de la pandemia de COVID-19 2021

La pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha provocado una crisis sin precedentes en todos los ámbitos. En la esfera de la educación, esta emergencia ha dado lugar al cierre masivo de las actividades presenciales de instituciones educativas en más de 190 países con el fin de evitar la propagación del virus y mitigar su impacto.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha planteado que, incluso antes de enfrentar la pandemia, la situación social en la región se estaba deteriorando, debido al aumento de los índices de pobreza y de pobreza extrema, la persistencia de las desigualdades y un creciente descontento social. En este contexto, la crisis tendrá importantes efectos negativos en los distintos sectores sociales, incluidos particularmente la salud y la educación, así como en el empleo y la evolución de la pobreza. Por su parte, la UNESCO ha identificado grandes brechas en los resultados educativos, que se relacionan con una desigual distribución de los docentes, en general, y de los docentes mejor calificados, en particular, en desmedro de países y regiones con menores ingresos y de zonas rurales, las que suelen concentrar además a población indígena y migrante.
En el ámbito educativo, gran parte de las medidas que los países de la región han adoptado ante la crisis se relacionan con la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles, lo que ha dado origen a tres campos de acción principales: el despliegue de modalidades de aprendizaje a distancia, mediante la utilización de una diversidad de formatos y plataformas (con o sin uso de tecnología); el apoyo y la movilización del personal y las comunidades educativas, y la atención a la salud y el bienestar integral de las y los estudiantes.
El objetivo de este documento es visibilizar la diversidad de consecuencias que estas medidas tendrán sobre las comunidades educativas a corto y mediano plazo, así como plantear las principales recomendaciones para sobrellevar el impacto de la mejor manera posible, proyectando oportunidades para el aprendizaje y la innovación en la educación posterior a la pandemia.

POR QUÉ EDUCAR ES UN ARTE

La raíz latina de la palabra educar apunta a dos acepciones: la acepción educare, que significa la acción por la cual el maestro enseña a partir de informaciones que va transmitiendo a quienes se encuentran en situación de aprendizaje. La otra acepción es EDUCERE, relacionada con la acción de extraer el talento y el potencial interno del que aprende. Desde nuestra hipótesis de trabajo, diríamos que nadie podría aprender si previamente no saca de sí mismo su talento para poder comprender y dominar con precisión el contenido que se quiere adquirir. Si no se extrajera el talento, la única manera de relacionarse con determinadas enseñanzas e informaciones sería por la vía de la memorización mecánica. En este caso, el concepto y la acción de educar quedarían mutilados y desnaturalizados.

 

 

Si tenemos en cuenta sólo la acepción lineal del educare, el arte desaparece y queda evaporado por la transmisión mecánica de contenidos a modo de imágenes fijas y estáticas. El daño y la mala praxis de la escuela programo-céntrica radica en haber olvidado y opacado la fuerza del talento y de las capacidades ínsitas en la naturaleza mental y psico-emocional de cada estudiante. El aprendizaje rutinario, llevado a cabo con contenidos reiterados y sin vida ni frescura, se repite año tras año y no amplía la mente, impidiendo a niños, adolescentes y jóvenes ver lo mismo de manera diferente mediante hipótesis que permitirían ejercitar su creatividad para aprender.

 

Cuando Miguel Angel pudo ver en la piedra, todavía inculta y tosca, la belleza que contenía y anticipaba su obra escultórica, graficó elocuentemente el educere diciendo que su acción artesanal consistió en retirarle a la roca todo lo que le sobraba. Allí aparece la mirada del artista, en ver más allá de las apariencias, dado que se trata de una mirada diferente sobre los objetos, las personas y el mundo circundante y que puede vencer la monotonía de lo igual y repetitivo. 

 

Cualquier educador puede llegar a ser artista si es capaz de tener otra mirada sobre el mismo alumno, si le quita lo que le sobra: sus deficiencias, sus bloqueos, sus limitaciones, sus temores y falta de confianza y va desplegando poco a poco su figura humana en todo su esplendor. Aquí radica el arte de la pedagogía, en quitar las trabas disfuncionales para dejar que la forma humana resplandezca y se exprese desde lo más profundo de la intimidad individual a fin de dar lugar a la escultura de sí mismo. 

 

De allí que el talento infantil rechaza la violencia de la uniformidad y los niños reclamen a sus docente que sean verdaderos artesanos y les deje al descubierto su propia escultura, enseñándoles a esculpirse a sí mismos para ejercer el arte de crear su propia identidad. Bajo esta mirada diferente todos aprenderíamos del prójimo y nos vincularíamos con la fuerza de la propia obra de arte. Nadie buscaría ser como el otro, sino como el modelado de su propia excelencia se lo sugiere. Sería tal la sensación de plenitud ejercida por este arte de la esencialidad, que nadie competiría con el otro más que para mejorarse a sí mismo, pero jamás para anularlo o destruirlo.

 

En ese sentido integral de la acción de educar aparece un concepto cuya riqueza y hondura colocan al educador en el sitial de un verdadero artista y de un genuino artesano de la inteligencia. Para que los padres y docentes puedan ver en el ser todavía sin tallar la figura escultórica individual de sus hijos y alumnos, se requiere mucha generosidad, paciencia y flexibilidad ejercidas todas ellas desde la suprema virtud de la modestia intelectual. 

 

Sólo esta mirada diferente puede permitir ejercer la educación como un verdadero arte de la espera sin sobresaltos, rigidez ni violencias. Este es el verdadero amor de los padres y educadores. Todo lo que está fuera de esto no es más que un intento tecnológico y/o demagógico de pretender ejercer la violencia de la uniformidad en las mentes y la sensibilidad de individualidades que, si lograsen esculpir su talento y aceptar su propia diferenciación e identidad, vivirían sus vidas como una colaboración y un aporte único e irrepetible a la humanidad. 

 

 

 

Dr. Augusto Barcaglioni

Reflexión sobre la docencia. El arte de educar. Con motivo de los 70 años de la facultad de Educación de la P. Universidad Católica de Chile.


Hugo Tagle

“Quien educa hace brotar vida”, con estas palabras se sintetiza buena parte de lo que fue la vida de santa teresa de Ávila como educadora: una persona enamorada de su tarea, de Jesús, de las personas que se le confiaron. No impuso ni imprimió ideas o conceptos desde fuera, sino que supo sacar lo mejor de las personas que se le confiaron. No fue ella quien brilló, sino que hizo brillar lo mejor del corazón de quienes estuvieron bajo su enseñanza.

No existe ninguna profesión, oficio, labor más importante que la de educador. Todo aquello que tenga que ver directamente con la formación de personas es crucial para el desarrollo de éstas y de la sociedad.

“Denme un hombre hasta los cinco años y tendré un hombre para toda la vida” dice un viejo y sabio adagio jesuita. La pura verdad, lo que se siembra en los primeros años de vida, las impresiones que cada uno de nosotros recibe en sus años de niñez y adolescencia, vienen a ser de las más importantes que se pueden obtener. Quedan impresas en la retiran del alma a fuego, indelebles; nos marcan y configuran de por vida. Lo que aprendemos de adulto podrán ser habilidades, conocimientos, técnicas. Pero será lo sembrado en el alma de pequeños lo que finalmente hace al hombre y mujer ser cada cual.

Se cumplen setenta años de la facultad de educación de la Universidad Católica de Chile. Motivo de agradecimiento pero a su vez, de renovación en la vocación de excelencia. La carrera docente es un acicate para crecer cada día más. Quien no se perfecciona, decrece.

Ésta es una buena ocasión para revisar los fundamentos sobre los que descansa el quehacer pedagógico y la forma de hacer universidad y escuela.

Pedagogía significa caminar juntos. Ya su sentido etimológico nos dice lo que debe ser quien se dedica a la docencia: es acompañar, animar, apoyar, caminar juntos. No es imponer ni inculcar. Es persuadir, animar, convencer a lo mejor.

¡Cuán importantes son los profesores en la vida de una persona! Ejemplos sobran que dan testimonio de ello. Nuestro antipoeta, Nicanor Parra, agradeció muchas  veces en sus discursos a sus profesores en San Fabián de Alico. Otro tanto Mario Vargas Llosa, al momento de recibir el premio nobel de literatura en 2010. Cito textualmente: “Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio”.

Y así podemos sumar miles de ejemplos en el mundo entero. El profesor no solo es maestro: Es compañero, amigo, confidente, apoyo y guía ¡Quien no ha sido marcado por sus profesores de educación básica o media. Principalmente los primeros, esos que nos abren al mundo de las letras, música, arte y ciencias. Yo mismo debo agradecer a la Miss Bessy – la clásica Miss Bessy que hemos tenido todos en esos primeros años de escuela. Inolvidable, con su estilo enérgico, pero respetuoso. Nos enseñó a leer, sumar y restar. Y más adelante a una serie de profesores que calaron hondo en el inconsciente juvenil de todos mis compañeros. 

Pero ¿Cuáles son las llaves para entrar en el corazón de las personas, de los alumnos? Dice Santa Teresa de Ávila, patrona de los profesores: “Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor”. En efecto, la clave de todo trabajo pedagógico es la caridad, el amor como donación. “Preocúpate que tus alumnos te quieran” dice Don Bosco, otro genial pedagogo.

Hacer salir lo mejor de cada persona, acompañarla en el proceso de asimilar lo bueno, bello y justo del mundo; regalar criterios para juzgar crítica pero constructivamente al entorno, haciendo de las personas que se nos confían, agentes de cambio positivo, son algunas de las claves de una sabia labor docente. Todo esto, adornado o envuelto en la caridad, la donación de sí, incluso hasta el martirio. Solo el ejemplo de acompañamiento tenaz, perseverante, será la mejor de las herramientas para lograr un resultado valioso.

Educar es abrir el alma a la verdad. Y la verdad es Dios. Todo nuestro camino humano es acercarnos más a Dios y entre mayor sea la inquietud que sembremos para que ello sea posible, tanto más pleno y fecundo será el proceso educativo. 

Educar, lo sabemos, no es solo “enseñar materias”. Es hacer brotar lo mejor de cada persona y  que asimile a su vez  cambiar para bien el corazón de las personas.

Educamos para servir. El hombre es donación de sí, en lo que se hace semejante a Cristo, quien se entrego por entero a todos los hombres. 

En un mundo cada vez más interconectado y pequeño, la conciencia de interdependencia aumenta, se hace imprescindible para comprender mejor al otro. No educamos individuos, seres solos, aislados.- Educamos personas que se deben entender como parte de un todo más grande, del cual serán solidariamente responsables. Y eso es educar en el sentido de Cristo: para ser familia y participar plenamente de la familia humana.

El señor es el buen pastor, quien conoce a sus ovejas, quien llama a sus discípulos por su nombre. Él ahonda en estas claves de comprensión del quehacer pedagógico: 

Por una parte, los futuros profesores están llamados y desafiados a conocer más y mejor a los educandos, como lo haría Jesús. Ello será cada vez una mayor exigencia. Los colegios, escuelas, centros de formación son más requeridos que hasta hace unos lustros. Los alumnos pasan no solo más tiempo allí sino que dependen efectiva y afectivamente más de ese lugar, casi sucedáneo de la propia familia.

Y, por otra parte, estamos llamados a acompañar a cada una de las personas que se nos confían. Un detalle importante en un mundo cada vez más despersonalizado. El profesor como referente será insustituible.

Que el Señor, por intercesión de Santa Teresa de Ávila, patrona de los profesores, los ilumine, regale su sabiduría, paciencia y fortaleza. 

Quien se dirige constantemente a  Él, tiene un seguro único, imprescindible e insustituible para su labor; obtendrá la luz del Espíritu Santo para su delicada labor y dará abundantes frutos.

Que la Santísima Virgen, la primera educadora en la fe, nos haga crecer en amor a Dios y servicio a los hombres, haciendo de la labor pedagógica un camino de encuentro con el Señor de la vida, el verdadero y único maestro.

Motivación Maestro 

 

Al iniciar este nuevo año 2019 se nos da la oportunidad para avanzar cada vez más en nuestro que hacer docente, para aprender, para cambiar, para compartir y sobre todo para amar, recordando que el trabajo sin amor nos hace esclavos.

En este nuevo año todos iniciamos en el mejor nivel y es nuestra obligación sostenernos en el, y esto se logra cuando compartimos y reforzamos nuestros aprendizajes con nuestros compañeros y cuando estamos dispuestos a cambiar nuestra forma de enseñar ya que todo año es una apuesta diferente para cada uno de nosotros de los que participamos de esta comunidad educativa de la institución educativa Pedro Nel Ospina del municipio de Ituango.

Es el momento, es la oportunidad de escribir una pagina más de nuestra historia y de la historia de cada uno de los jóvenes de nuestra institución.

Nuestro que hacer docente tiene que estar enfocado en las nuevas pedagogías de la educación y tiene que ser muy coherente con los avances tecnológicos y científicos que cada día se dan en la actualidad.

Debemos echar manos de todas las herramientas que nos han dado buenos resultados en años anteriores, pero también buscar otras alternativas que se acomoden a las nuevas exigencias que se nos presentan cada día dentro del aula. Etelpos

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Luis Fernando Upegui Cardona 2021

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